La retinopatía diabética se trata de muchas maneras dependiendo de la etapa de la enfermedad y del problema específico que requiere atención. El cirujano de retina se basa en varias pruebas para monitorear la progresión de la enfermedad y tomar decisiones para el tratamiento apropiado. Estos incluyen angiografía con fluoresceína, fotografía de retina e imágenes de ultrasonido del ojo.
El crecimiento anormal de pequeños vasos sanguíneos y la complicación asociada del sangrado es uno de los problemas más comunes tratados por los cirujanos vitreorretinianas. La cirugía láser llamada fotocoagulación panrretiniana (PRP) suele ser el tratamiento de elección para este problema.
Con PRP, el cirujano utiliza un láser para destruir el tejido retiniana privado de oxígeno fuera de la visión central del paciente. Si bien esto crea puntos ciegos en la visión periférica, el PRP evita el crecimiento continuo de los frágiles vasos y sella los que gotean. El objetivo del tratamiento es detener la progresión de la enfermedad.
La vitrectomía es otra cirugía comúnmente necesaria para los pacientes diabéticos que sufren una hemorragia vítrea (sangrado en la sustancia similar al gel que llena el centro del ojo). Durante una vitrectomía, el cirujano de retina extrae cuidadosamente la sangre y el líquido vítreo del ojo, y lo reemplaza con una solución de sal transparente (salina). Al mismo tiempo, el cirujano también puede cortar suavemente hebras de vítreo unidas a la retina que crean tracción y podrían provocar desprendimiento o desgarros de retina.
Los pacientes con diabetes tienen un mayor riesgo de desarrollar desgarros y desprendimiento de retina. Las lágrimas a menudo se sellan con cirugía láser. El desprendimiento de retina requiere tratamiento quirúrgico para volver a conectar la retina a la parte posterior del ojo. El pronóstico de la recuperación visual depende de la gravedad del desprendimiento.